La desaparición de Jessica y Joshua Thornton marcó un antes y un después en la historia criminal de Chicago. Eran jóvenes, apenas 22 años, y la tarde del 12 de diciembre de 1998 salieron a hacer compras navideñas al concurrido Millennium Mall. Sus padres esperaban noticias para la cena. Pero esa llamada jamás llegó.

El automóvil de los gemelos apareció estacionado al día siguiente en el mismo centro comercial. Las llaves no estaban y no había signos de violencia. La investigación inicial apuntó a que ambos habían salido por una de las puertas sin cámaras, pero esa hipótesis nunca convenció a su padre, el poderoso empresario inmobiliario William Thornton, quien destinó millones de dólares a campañas de búsqueda y recompensas. El caso, sin embargo, se enfrió en apenas seis meses.

Durante siete años, la familia vivió entre la esperanza y la angustia. Todo cambió una noche de 2005 cuando Tommy Rodríguez, un guardia de seguridad del centro comercial, descubrió un ladrillo suelto en el sótano. Tras retirarlo, halló una cartera y una pulsera cuidadosamente envueltas en plástico. La identificación pertenecía a Jessica, y la joya tenía las iniciales de Joshua. El hallazgo fue suficiente para reabrir el caso.

La detective Sarah Chen, asignada de inmediato, comprendió que los objetos nunca habían abandonado el edificio. Algo había ocurrido en aquel sótano y alguien se había encargado de ocultarlo. La investigación llevó a los agentes hasta una sección de concreto de color diferente, vertido en 2001 durante una remodelación. Los radares confirmaron lo peor: algo estaba enterrado allí.

La excavación fue supervisada por la forense Elizabeth Harper. Entre tierra y escombros aparecieron huesos humanos. El ADN confirmó después lo que todos temían: eran los restos de Jessica y Joshua. Los gemelos nunca salieron del Millennium Mall.

La verdad detrás del encubrimiento fue aún más aterradora. Frank Morrison, jefe de seguridad en 1998, confesó que un asistente del centro comercial, Vincent Kof, estaba involucrado en robos sistemáticos a los locales. Aquella tarde, los gemelos entraron accidentalmente en medio de un atraco en Radi

Según la confesión de Morrison, los gemelos fueron asesinados esa misma noche. Durante dos años, sus cuerpos permanecieron ocultos en un congelador industrial en el muelle de carga del centro comercial. En 2001, aprovechando las remodelaciones, Kof trasladó los restos y los enterró bajo el nuevo concreto, camuflando todo como parte de la construcción.

Morrison aseguró que no denunció antes porque Kof lo amenazó con matar a su familia. Admitió su silencio, aunque insistió en que no participó directamente en la manipulación de los cuerpos. La investigación reveló también conexiones de Kof con el crimen organizado, lo que habría asegurado su impunidad. Después de 1999, Kof desapareció con varios millones de dólares, mientras que su cómplice murió en un sospechoso accidente de tráfico.

El hallazgo estremeció a Chicago y trajo consigo un doloroso cierre para la familia Thornton. William, al enterarse de que sus hijos habían sido enterrados como desechos bajo el mismo lugar donde los vio por última vez, rompió en llanto. “Nunca abandonaron ese edificio”, dijo entre sollozos. “Alguien decidió borrar sus vidas y ocultar la verdad durante años.”

La reapertura del caso transformó una desaparición en un doble homicidio con tintes de corrupción y encubrimiento. Las autoridades continúan la búsqueda de Vincent Kof, mientras Frank Morrison enfrenta cargos por obstrucción y complicidad.

Hoy, el Millennium Mall ya no es solo un centro de compras: se ha convertido en un símbolo de los secretos oscuros que pueden esconderse tras las paredes más familiares. Para la familia Thornton, aunque el dolor sigue vivo, al menos el misterio ha dejado de ser un silencio sin respuesta.